-¡Vamos
allá! Captura el MSP2941 y lo sitúas en la órbita
G100, pidió Mihail, un astronauta ruso,
técnico
en satélites artificiales geoestacionarios.
-A ver si lo conseguimos a la primera, comentó Francisco, ingeniero informático y astronauta español en misión espacial rutinaria.
Francisco había nacido en
un pueblo cercano a la finca donde la vaca brava estaba de parto.
Los dos hombres comprobaban los instrumentos de la Estación
Espacial Internacional. Equipos de astronautas de varios países
se turnaban en la sustitución y ensamblaje de piezas nuevas
que no siempre encajaban con la precisión prevista.
Mihail y Francisco habían
subido con la misión de solventar los problemas surgidos
en Hércules,
el monstruoso brazo mecánico que se movía suave
y delicado como una pluma, pero con la poderosa fuerza de la
mandíbula de un león multiplicada por un billón.
Había sido diseñado para rescatar desde un satélite
averiado e incontrolado hasta la tripulación en peligro
de una nave espacial a la deriva. Sin embargo, la misión
principal de Hércules era recoger los restos metálicos
que ensuciaban la estratosfera y ponían en peligro la
integridad de los numerosos satélites que circundaban
la Tierra.
Antes de regresar, Mihail y Francisco
debían hacer prácticas con Hércules y comprobar
que todos los equipos funcionaban a la perfección. Tenían
la orden de mover de una órbita a otra un satélite
meteorológico que daba servicio a Europa. No era la primera
vez que se realizaba el operativo de aprehender un satélite
para devolverlo otra vez a su posición inicial, pero siempre
había riesgo de dañarlo, perderlo o, en el peor
de los casos, que se desestabilizara y cayera engullido por la
fuerza gravitatoria terrestre.
Francisco introdujo la matrícula del satélite en una de las casillas del diagrama que le ofrecía la pantalla del ordenador y en otra una larga serie de número y letras.
- Voy a iniciar el programa de encendido, dijo Francisco.
El objetivo era maniobrar con los
pequeños cohetes que llevaba el satélite y hacerle
salir de su órbita.
Francisco le dio al intro y un punto blanco comenzó a moverse lentamente en el mapa dibujado en la pantalla del ordenador. El español trazó con el lápiz electrónico la trayectoria que deseaba recorriera el satélite sobre el Hemisferio Norte terrestre.
-¿Dónde lo estas llevando?
preguntó el ruso
-A mi pueblo, Miguel.
/......... |