Gonzalo ©
Por C.R. Canfrán |
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Este
relato es, como todos
los míos,
políticamente
incorrecto.
Si
lees la historia
de "Gonzalo" hasta
el final comprenderás
lo que quiero decir
en esta introducción.
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Con
semejante inconsciente colectivo
(Refranero Español) no
es extraño que en España
los amantes de lo ajeno tengan
tantos partidarios y se trate
como a héroes a los desaprensivos,
tramposos, especuladores, estraperlistas,
negreros, chupasangres, mafiosos,
explotadores, prevaricadores,
estafadores, piratas, etc. Cada época
utiliza acepciones diferentes.
Las
grandes empresas discográficas
luchan por eliminar la piratería
para que desaparezca de las calles
el top-manta. Estoy de acuerdo, pero
qué ocurre cuando es el artista
consagrado quien "toma la inspiración
del artista desconocido". No
se trata de copiar palabra por palabra,
es un procedimiento más efectivo:
o bien se toma la idea y se desarrolla
de otra manera, más o menos
personajes y/o, distinto ambiente
social; o se puede descuartiza la
obra del otro para utilizar a trozos
en la propia. De esta forma impiden
el crecimiento del resto de creadores
de su generación. Supongo
que creen tener derecho a hacerlo
y que la fama les proporciona impunidad,
y puede que tengan razón.
Cuando
vi la película me dije "¡Qué putada!" y
pensé en quitar ese trozo
del relato, pero, al igual que en
el film, se trata de una parte esencial
en el discurrir de los acontecimientos,
indispensable para entender el maremagnun
psicológico que impulsa el
desenfrenado comportamiento de Gonzalo,
originado por algo mucho más
profundo que el simple bullir de
las hormonas.
¿Coincidencia?
Lo dudo. Tendría que ver el
primer guión firmado y registrado
en la Propiedad Intelectual incluyendo
esa secuencia para creerlo. "Gonzalo" llevaba
registrado y recorriendo concursos
muchos meses.
¿Qué se
puede hacer? Denunciarlo en el Juzgado
y hacerlo público. Lo primero
cuesta dinero, así que he
optado por lo segundo a riesgo de
que me tilden de oportunista. Callar,
ni debajo del agua. ¡Ya está bien,
hombre! |