Farsantes y algo más

Memoria histórica. Mi madre me ha contado a raíz de los últimos acontecimientos que, con el rey Alfonso XIII y antes de la Guerra Civil , a las puertas de las iglesias y en cada peldaño de las escaleras del metro de Madrid había un mendigo pidiendo; por lo general hombres sin trabajo y personas mayores. He sentido un escalofrío. No sé por qué me ha venido a la mente esa imagen. Sin trabajo no hay dignidad y es imposible ejercer la libertad

MONÓLOGOS

 

En España, la democracia se ha convertido en una farsa. Farsantes y perversos gobernantes amorales si no corrompidos, ladrones, malversadores y prepotentes, subidos al carro de la democracia para hacer carrera. Bien trajeados, bien comidos, bien bebidos, magníficamente pagados, condecorados y excelsos jubilados eméritos: atajo de ineptos abusones que nunca comprenderán la angustia de los trabajadores en paro, incapaces de ver el resquebrajamiento de la democracia; ya que cuando no hay justicia social, ni imperio de la ley, ni separación de poderes el sistema se convierte en una farsa .

Farsantes y usureros los banqueros por no tener escrúpulos en arriesgar los ahorros de los españoles dando préstamos a constructores especuladores con los que nos hipotecábamos de por vida mientras ellos se lucraban; invirtieron nuestro dinero y los beneficios de los préstamos hipotecarios comprando a saldo bancos en el extranjero en vez de crear un tejido industrial y tecnológico que estabilizara nuestro futuro. Qué control es el que practican las autoridades financieras españolas que ni se inmutan cuando los bancos exhiben sus ganancia, mientras los clientes ven desaparcer sus fondos de pensiones. Nos hacen que aplaudamos sus beneficios millonarios a costa de la descapitalización de la clase media; habrá que rezar para que ahora no financien a los mismos morosos disfrazados de lagarterana y provoquen la bancarrota del Reino, una más; no sería la primera en la historia de España .

Farsantes y malvados (gobernantes, políticos, empresarios, comerciantes, padres y educadores.) los que defraudan las expectativas de los jóvenes a los que se mantiene en la inmadurez del estudio permanente en formaciones profesionales (FP) y carreras universitarias ajenas a la dura realidad de un mercado laboral que puja por el mínimo costo sin importar la cualificación y que luego tiene la desvergüenza de responsabilizar a los trabajadores de la baja productividad.

Farsantes y especuladores empresarios, directivos insensatos, incapaces de crear empresas con solvencia, incansables pedigüeños a gobiernos despilfarradores: unos venden el patrimonio público que no les pertenece y otros ofrecen financiación a empresas que levantan imperios de barro con dinero prestado sin que la bancarrota haga mella en su patrimonio personal. Esclavistas inhumanos para quienes los obreros y empleados somos herramientas con fecha de caducidad unas veces y estúpidos consumidores otras. Codiciosos insensatos incapaces de repartir unas migajas de la riqueza y el superávit que todos juntos hemos creado, pero en el río revuelto de la crisis pescan ultrajantes reformas laborales.

Farsantes y oportunistas aquellos que proponen bajar a mínimos primero para eliminar la indemnización por despido después en plena crisis, lo que significaría la inmediata pérdida del empleo para los trabajadores mayores de cincuenta años a excepción de los funcionarios.

Farsantes y cobardes nosotros, los ciudadanos, los trabajadores, el pueblo, porque quien no defiende sus derechos verá como se los arrebatan uno a uno; porque sin trabajo no hay dignidad y es imposible ejercer la libertad.

Farsantes y oportunistas los sindicatos convertidos en carcasas vacías a rebosar de miedosos funcionarios o fanáticos simpatizantes de revoluciones fracasadas y sangrientas de un tiempo definitivamente superado. Sindicalistas perdidos y desorientados incapaces de reaccionar ante los ataques infundados de xenofobia, palabra-pantalla detrás de la que se esconde y justifica el esclavismo que sufre la inmigración que tiene el derecho a trabajar en igualdad de condiciones: igual salario y prestaciones sociales en el país de acogida cuando sobra el trabajo. No hay que tener miedo a las palabras, sino a la injusticia, a la corrupción, al fraude, al abuso y a que no se cumpla la ley. Los inmigrantes ilegales deben ser devueltos a sus países de origen y crear canales legales por los que discurra el flujo migratorio laboral de forma ordenada y beneficiosa para todos. ¿Es tan difícil? Y, por supuesto, primero los españoles, ¡primero los de casa! ¡Pasa algo!

Farsantes y engañabobos, primero tragamos con los Pactos de la Moncloa, por la paz social, luego con los Pactos de Toledo, después con el trabajo temporal y la flexibilidad, imprescindible, decían para crear puestos de trabajo. La consecuencia fue destrucción de puestos de trabajo fijos, los contratos basura y los contratos de prácticas permanentes; pero no era suficiente, querían ganar más y se montó lo de la inmigración masiva que no es de ahora, empezó durante el Gobierno de José María Aznar. El trabajo esclavo, entonces el paro aumentaba lentamente y se nutría de trabajadores españoles de edad, ahora el sistema financiero se ha venido abajo y si además disminuyen o desaparecen las indemnizaciones por despido sin dar tiempo a la recuperación o transformación del tejido industrial y a la racionalización del mercado laboral con sindicatos fuertes que hagan de contrapeso: la debacle.

Farsantes, malvados, perversos, abusones, mentirosos, corruptos, usureros, cobardes, oportunistas e inútiles que se han olvidado que gobernar en democracia es gestionar para los de casa y los de casa somos todos los españoles. Aprendamos de una vez por todas que la democracia son hechos: hechos, hechos, hechos, hechos… y el que se corrompe: fuera, y el que en vez de gobernar está en permanente campaña electoral y haciendo clientes: fuera. La democracia significa exigir al gobernante de turno que gestione la riqueza pública honesta y honradamente en beneficio de los españoles, si cumplido su plazo no resuelve y no cumple el programa por el que se le ha votado: fuera. Eso y más cosas es la democracia.

Mi madre me ha contado a raíz de los últimos acontecimientos que con el rey Alfonso XIII y antes de la Guerra Civil a las puertas de las iglesias y en cada peldaño de las escaleras del metro de Madrid había un mendigo pidiendo, por lo general hombres sin trabajo y personas mayores. He sentido un escalofrío. No sé por qué me ha venido a la mente esa imagen.

Madrid 2009

Concha R. Canfrán, periodista. Reservados derechos de propiedad intelectual. Contacto: canfran@conajo.es ó conrodricanillas@yahoo.es Tfno +034 616890855